Si usted no ha tenido la oportunidad de visitar las montañas y comprobar en plena naturaleza un junípero centenario en estado natural en el siguiente artículo recogemos algunas reflexiones y consideraciones sobre la forma en que crecer y lo que los hacen tan excepcionales.
Juníperos yamadoris
Las fuerzas que dan forma a las venas vivas del árbol en el entorno natural son numerosas: el viento, la nieve, el sol extremo, grietas en las rocas, períodos de sequía, la interacción de otros seres vivos entre otros muchos conforman con el paso de los años su aspecto retorcido y sinuoso de madera viva y muerta entrelazada.
En éste ejemplar de juníperus hay una influencia obvia del viento sobre la masa de follaje del árbol que indica que éste proviene generalmente de su lado derecho. La venas vivas están debajo de una gran masa de madera muerta que las protegen de las inclemencias del tiempo, hielo, nieve y viento.
Éste segundo ejemplar también fue esculpido por el viento y la nieve y su forma se asemeja bastante a la de un bonsai tradicional. El lado más castigado por el viento es el que presenta más madera muerta que a su vez protege a las venas vivas que mantienen al árbol.
En éste tercer ejemplar, el juníperus que inició su crecimiento al lado izquierdo decidió buscar refugio para su follaje al otro lado de la roca adaptando su tronco a la forma de la misma.
No sólo son el soporte vital del planeta, creadores de vida y sustento del ecosistema. Los árboles son además bellos.
En todas sus formas, tamaños y especies muchas veces adaptadas a las más adversas condiciones encontramos un atractivo especial. La majestuosidad de ejemplares centenarios, la magnificencia de la secuoya dominadora del bosque, la espiritualidad del ginkgo biloba, etc., cada árbol singular reúne los mejores atributos que los hacen merecedores de nuestra admiración y respeto, seres vivos longevos y espectadores del devenir humano.
No están todos los que son pero los que citamos son todos ellos árboles inspiradores, singulares y únicos que nos transmiten sentimientos de paz, pequeñez, firmeza y reconocimiento de las maravillosas creaciones de la naturaleza.