Son variadas las artes tradicionales que se siguen practicando en Japón y fuera del país. Recogemos algunas de las más destacadas relacionadas con la naturaleza, la meditación y la belleza.
¿Qué encontrarás aquí?
Ikebana
Es una de las más reconocida como típicamente japonesa; el arte de los arreglos florales. Vinculada íntimamente a la ceremonia del té del budismo Zen, ikebana recoge la sencillez y la precisión de las formas evocando los diferentes aspectos de la naturaleza.
Bonsáis
Durante siglos, los bonsais formaron parte importante de la cultura japonesa. Algunos ejemplares alcanzan varios siglos de edad y han sido cuidados por sucesivas generaciones de jardineros y maestros bonsaístas que pacientemente han modelado su aspecto imitando a sus congéneres de la naturaleza. Las macetas en que se plantan éstos árboles también son elegidas con esmero para destacar el diseño del árbol y en sí mismas también son obras de arte.
La cultura del bonsai en Japón se remonta al período Kamakura (siglo XII). Flores, musgo, piedras y árboles en pequeños tiestos expresaban de forma contenida la belleza y la grandeza de los paisajes naturales a los que intenta imitar.
Ceremonia del té
La ceremonia del té, o más concretamente «el camino del té», es un rito estético signo de refinamiento espiritual basado en la preparación de una taza de té verde que se sirve a un pequeño grupo de invitados que fue en sus inicios siglos atrás muy extendido entre la clase dirigente de la época y en la actualidad es una de las artes tradicionales niponas más representativas de la esencia japonesa.
Nació en el siglo XIII y fue evolucionando influenciada por la filosofía del budismo zen, siendo hoy en día un ejercicio de simplicidad y refinamiento en los movimientos en busca de la verdadera belleza.
Tokonoma
Definiremos el tokonoma clásico como como un pequeño espacio acotado en una habitación al estilo tradicional japonés, (washitsu), donde se mostraban decoraciones de pinturas en telas enrrollables (kakemonos) así como arreglos florales (ikebanas) o bonsáis. Originariamente tenían una función religiosa. Con el paso del tiempo los elementos de índole religiosa fueron sustituido por otros de carácter artístico como la caligrafía o los arreglos florales, transformándose con el paso de los siglos en el lugar más importante y venerado del hogar japonés.
Otros elementos que pueden ocasionalmente incluirse en el tokonoma son el koro (quemador de incienso), el kobako (contenedor del incienso), sutras (libros espirituales budistas), kusamonos y elementos de cerámica.
Los elementos que albergue el tokonoma se pueden reubicar o cambiar periódicamente y ello dependerá en gran medida de la época del año, el calendario de eventos o festividades señaladas y la sensibilidad del responsable de su mantenimiento.
El tokonoma aparece en el siglo XIV y desde entonces se convierte en pieza central de la decoración tradicional japonesa. Originariamente tenían una función religiosa como escenario de meditación y ofrendas para los monjes budistas. Con el paso del tiempo los elementos de índole religiosa fueron sustituido por otros de carácter más creativo como la caligrafía artística o arreglos florales, afianzándose con el paso de los siglos el carácter como el lugar más venerado, casi sagrado del hogar japonés.
En la actualidad los tokonomas japoneses presentes en construcciones de estilo tradicional suelen tener una profundidad no mayor de un metro y tampoco se sitúa en el centro de la pared. Se construye en madera acorde con la del resto de la estancia. Cuando hay invitados presentes en la casa al invitado de honor se le sitúa de espaldas al tokonoma según las normas de etiqueta niponas, para no hacer alarde de ostentación del contenido del mismo al invitado y quedar éste junto al espacio más señalado de la habitación, como señal de respeto y hospitalidad.
En el mundo de los bonsáis los tokonomas son utilizados, generalmente en exposiciones y certámenes como un módulo para resaltar la belleza de algún bonsái excepcional, dada la armonía, paz y belleza que trasmite todo el conjunto en sí. Es un invitación a seguir el «camino», el do del mundo del bonsái, su espíritu y significado.
Suiseki
El suiseki nace de la capacidad de algunas piedras pequeñas formadas naturalmente en la naturaleza de evocarnos a través de su forma, color o textura imágenes y sensaciones de otros objetos o recuerdos. Se cree que la contemplación y veneración de las piedras se originó en China hace 2000 años, donde se representaban con pequeñas piedras en los altares las figuras de islas, montañas legendarias, asociadas con las creencias budistas o taoístas.
En el siglo VI después de Cristo algunos ejemplares de estas piedras llegaron a Japón, y allí se adaptó ésta filosofía a sus propias creencias, extendiéndose posteriormente por todo el mundo. Desde entonces son miles los aficionados en todo el mundo cautivados por su belleza.
Durante su primer período de desarrollo, el suiseki fue apreciado tanto por su belleza como por su simbolismo filosófico y religioso. Para los budistas, la piedra simboliza el Monte Shumi, la montaña sagrada que la religión se encuentra en el corazón del mundo. para los taoístas, el piedra simboliza Horai, el paraíso taoísta. El suiseki es una forma de arte y pasión por los objetos de colección que va profundamente arraigada en la apreciación de muchos occidentales, ya sean arte de aficionados de bonsái o no.
Un suiseki tiene el poder de hacernos recordar los acontecimientos, montañas, bosques, ríos o cascadas.