Cuidados básicos
A muchos aficionados a la horticultura o jardinería o plantas en general les llama poderosamente la atención esos pequeños arbolitos tan parecidos a sus hermanos que crecen en la naturaleza y se sienten tentados de adquirir alguno, aunque la idea de que puedan ser demasiado difíciles de cuidar o mantener vivos les echa para atrás.
¡Nada más lejos de la realidad!
Un bonsai es una planta que vive bajo ciertas limitaciones de espacio, por lo reducido de su maceta, y por ello precisa algunos cuidados concretos y precisos para su supervivencia pero que para nada es algo exclusivo sólo de los profesionales.
Para el correcto mantenimiento de un bonsai sólo debemos seguir algunos principios básicos que aplicaremos según la especie de la que se trate a la hora de regar, abonar o transplantar y que no entrañan ninguna dificultad.
Un poco de esmero por parte del cuidador y nuestro bonsai crecerá feliz y sano por mucho tiempo.
Para el cultivo correcto de nuestros bonsáis observaremos unas serie de normas básicas de aplicación general en horticultura pero adaptadas al fin último del desarrollo de nuestros árboles; imitar a sus congéneres que viven en el medio natural.
¿Cómo cuidar un bonsái ?
El estar nuestros bonsáis plantados en tiestos tan pequeños nos obliga a dispensarles unos cuidados básicos específicos para asegurar su adecuado desarrollo y cultivo.
Ubicación
Los bonsáis son plantas de exterior. Por lo tanto, y como norma general, hay que ubicarlos fuera de la casa durante todo el año.
En el caso de especies de origen tropical éstos debe protegerse de los rigores del invierno y las bajas temperaturas por debajo de 0º centígrados, protegiéndolos en invernaderos bien iluminados o incluso en el interior del hogar, junto a una ventana que esté suficientemente iluminada, alejados de fuentes de calor o corrientes de aire y sólo de forma temporal.
Elegir la ubicación adecuada para nuestro bonsái también es algo que debemos pensar y tener en cuenta, pues afecta de forma importante al bienestar de la planta, incluso su supervivencia.
En primer lugar debemos considerar la especie de que se trate. En principio, todos los bonsái son de exterior, como sus congéneres silvestres. Pero cuando tenemos especies originarias de zonas tropicales y nuestro clima es mucho más duro debemos proteger a estos árboles de los rigores del invierno o los calores extremos del verano, bien dentro de nuestra casa o al abrigo bajo un porche, invernadero o estructura similar que les evite estas inclemencias.
Dentro de casa no debemos olvidar colocar nuestro bonsái cerca de una ventana o punto de luz para que reciba la irradiación suficiente para crecer. También evitaremos las corrientes de aire y las fuentes de calor como la calefacción demasiado próximas. Los cambios de ubicación no son tampoco aconsejables pues repercuten negativamente en la salud del árbol.
Y sobre todo debemos pensar en lo siguiente: debe primar la salud del árbol antes que su función estética o decorativa dentro del hogar.
Riego
Se regará el bonsái abundantemente cuándo la capa superficial del sustrato de éste comience a secarse o lo esté ya, no antes.
La frecuencia de estos riegos dependerá de la época del año en que nos encontremos. Durante el invierno, puede pasar varios días sin necesidad de hacerlo, incluso semanas si el clima es lluvioso y permanece a la intemperie. Durante el verano, las altas temperaturas desecan rápidamente el poco sustrato que mantiene con vida al árbol y la frecuencia de riego se eleva hasta incluso varias veces al día.
Se utilizará una regadera fina para tal labor, evitando desplazar el sustrato superficial y para una mayor eficacia daremos dos pasadas; la primera para humedecer y dar mayor capacidad de absorción a la segunda pasada, más profusa que continuaremos hasta ver salir el agua por los orificios de drenaje con fluidez.
Los riegos por inmersión no están aconsejados, sólo en caso de emergencia (para recuperar al árbol de un golpe de calor o un sustrato excesivamente seco)
El agua idónea para utilizar en el riego sería la de lluvia, pero a falta de ésta el agua procedente de un sistema de ósmosis doméstica, libre de cloro y gran parte de las partículas disueltas en el agua potable, será la opción más aconsejable.
Entrando ya en materia, el riego es uno de las primeras atenciones que debemos tener con nuestro recién adquirido bonsái. Su defecto o su exceso son igualmente nefastos y encontrar el punto intermedio es sólo cuestión de observación, de ver el estado del sustrato y considerar factores como la especie o la estación del año en que nos encontremos. Suena complicado pero no lo es en absoluto.
A la hora de regar un bonsái seguiremos la regla de oro: “.. regar sólo cuando la capa superficial del sustrato esté seca”. Si estamos en pleno verano el sustrato se puede secar tan rápidamente que puede que tengamos que regar varias veces al día incluso.
La tersura de las hojas también es un indicador de la necesidad de agua del árbol. En especies como la higuera estas languidecen rápidamente en cuanto les falta el agua.
Pero regar en exceso pensando que con ello estamos beneficiando a nuestro árbol es un error mayor que regar poco. Mueren más bonsáis por exceso de agua que por lo contrario. Debemos evitar encharcar las raíces y los efectos negativos que ello conlleva; podredumbre y muerte de las mismas y por ende del árbol entero.
Un buen consejo para empezar sería seguir las indicaciones para el riego que nos puedan dar en el vivero o centro de jardinería donde hayamos comprado nuestro bonsái. Ellos deben conocer las necesidades en cuanto a riego de la especie que nos están vendiendo.
¿Deseas seguir leyendo sobre cómo tienes que regar tu bonsai? Pues la siguiente lectura te va a interesar.
Riego del bonsai. – Qué hacer y qué no hacer.
Abonado
A la hora de comprar un fertilizante para abonar nuestros bonsáis debemos fijarnos principalmente en la composición de éste, en la conocida fórmula N-P-K, que no es otra cosa que las proporciones de Nitrógeno, Fósforo y Potasio que el producto contiene entre otros elementos.
(N) El nitrógeno es uno de los principales constituyentes de las proteínas.
(P) El fósforo, uno de los componentes más relevantes en la nutrición de nuestros árboles, estando presente tanto el en crecimiento celular como en la fotosíntesis, en la glucólisis (glucosa que se genera como subproducto durante la realización de la fotosíntesis) y la propia respiración celular, entre otros procesos biológicos importantes.
Es destacable en éste punto la importancia de los microorganismos del suelo para facilitar la solubilización del fósforo presente en el mismo y así permitir su absorción por parte de las raíces del árbol.
Microbios, hongos y bacterias como las Pseudomonas, presentes en el sustrato ayudan a solubilizan el fósforo edáfico (presente ya en el suelo previo al abonado). Son estas últimas las que han demostrado mayor eficacia en dicho proceso y las que mejor rendimiento tienen como inoculantes microbianos de alto poder solubilizador ( por tanto absorbible por la planta) del fósforo orgánico e inorgánico del suelo.
(K) El potasio interviene en varias funciones importantes de la planta. Una de las más importantes es el control de cierre y apertura de los estomas de las hojas (poros en la epidermis de la planta por los cuales se produce el intercambio de gases; oxígeno y dióxido de carbono). Cuando hay una deficiencia de potasio los tejidos de la planta entran en estrés hídrico, con la consiguiente pérdida de turgencia de las hojas y aspecto flácido.
El síntoma visual más común cuando hay deficiencia de potasio es el llamado “quemado” del borde de las hojas de la planta, (también llamada “clorosis marginal” y no confundir con la clorosis férrica, que es una deficiencia de hierro y consiguiente coloración amarillenta de las hojas)
Para no confundirlo con un ataque fungicida recordemos que éstos producen daños asimétricos hacia el interior de la hoja, mientras que el daño por la deficiencia de potasio se presenta simétrico en el borde de las hojas más afectadas.
A la larga, bajos niveles de potasio en la planta, darán lugar a crecimientos pobres y débiles, que la harán más vulnerable a plagas y enfermedades.
Otros elementos básicos que deben estar presentes en la composición de nuestros fertilizantes.
El azufre (S) participa en la síntesis de proteínas y aminoácidos esenciales. La deficiencia de azufre se manifiestas con amarillamiento general de las hojas y un crecimiento atrofiado de las mismas. En caso de deficiencias leves, sólo se advierte una ligera decoloración del verde de las hojas hacia el verde pálido.
Si quieres conocer todos los elementos que intervienen en la nutrición correcta de nuestros árboles pásate por éste artículo en que tratábamos a fondo el abonado de tus bonsáis.
El trasplante
Nuestro bonsái, convenientemente regado y abonado no dejará de crecer, no sólo la masa verde del follaje sino también crecerá el sistema radicular dentro del sustrato alojado en su maceta. Pero si no hacemos nada para evitarlo las raíces irán creciendo sin control, ocupando todo el espacio del tiesto, causando con el tiempo su propia asfixia y muerte. Por ello el transplante periódico, no sólo sirve para renovar el sustrato y devolverle su capacidad de drenaje, sino para recortar las raíces, darles más espacio y oxígeno y hacer que el sistema radicular en su conjunto sea más funcional y eficaz.
Dependiendo de la edad del bonsái y de la especie, si es un árbol en formación o un bonsái ya formado, el transplante será más o menos frecuente, tendremos que realizarlo todos los años o bien dejar pasar 3 ó 5 años para otros. En cualquier caso nos guiaremos por las necesidades del propio árbol, su situación concreta y el estado del sustrato viejo.
En el trasplante de bonsáis de gran tamaño podemos aportar en el sustrato elementos livianos, como la piedra pómez. No olvidar tampoco lavar y tamizar el sustrato que vayamos a utilizar para deshacerse del polvo y partículas diminutas que puedan acabar compactándolo a medio plazo.
Recuerda que las partículas excesivamente diminutas dificultan el drenaje, lo que limita la cantidad de aire, agua y fertilizante que se puede administrar al bonsái.
Una buena salud de tu árbol comienza en las raíces y sin salud no hay diseño bueno; «El buen bonsái comienza con un buen trasplante»
Protección ante plagas y enfermedades
Como seres vivos que son, y como cualquier otra planta nuestros bonsáis son susceptibles de sufrir el ataque de alguna plaga de parásitos que mermen su salud, llegando en casos extremos a causarle la muerte. Dependiendo de la especie serán más propensos a unos ataques que a otros, pulgones, cochinillas, araña roja, orugas, hongos, etc.,
También debemos estar atentos a determinadas enfermedades o carencias de nutrientes: como la clorosis férrica (falta de hierro que se manifiesta por presentar hojas amarillentas) y similares.
Para conocer las necesidades y la problemática de cada especie deberemos recurrir a alguna guía especializada y aplicar los tratamientos oportunos, tanto preventivos como curativos para cada problema.
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Aunque todos los puntos que acabamos de exponer puedan parecer excesivos para un recién iniciado en el arte del bonsai y le haga pensar que es incapaz de abarcarlos todos, la realidad es más sencilla y fácil de llevar a la práctica. Sentido común, un mínimo de disciplina y atención hacia nuestro árbol y este prosperará bajo nuestros cuidados. Si a pesar de todos nuestros esfuerzos se presenta algún problema o duda, quizás entre las respuestas a las siguientes situaciones por las que pasaron otros aficionados encuentras la respuesta adecuada para tí:
Las hojas de mi bonsái han comenzado a ennegrecer. Este es síntoma de asfixia radical, debido a un exceso de agua o un suelo arcilloso que no permite que las raíces respiren. Necesitamos controlar mejor el riego, realizándolo sólo cuando la capa superficial del mismo esté seca, mientras esperamos a la época de trasplante para cambiarlo.
Mi bonsái no presenta un buen aspecto; está lánguido y mustio ¿Debo trasplantarlo? El transplante es una operación indispensable y saludable para todas las plantas cultivadas en macetas, sin embargo, también es una técnica traumática que, si se lleva a cabo en plantas aquejadas de algún tipo de problema de cultivo o fitosanitario, puede ser el final del mismo. Antes de trasplantar un bonsái (siempre en sus fechas correspondientes), intente averiguar el problema y aplicar otras terapias, tales como: tratamientos antiparasitarios, estimulantes de la vegetación, cambio de exposición, etc.
Al trasplantar ¿se debe cambiar la maceta? El tiesto debe cambiarse en caso de que la medida sea inadecuada (demasiado pequeña o demasiado grande) o si desea cambiar la forma o el color. En caso contrario, se puede volver a colocar el bonsái en la misma maceta que tenía antes de trasplantar.
¿Puedo regar mi bonsái con un nebulizador? Las nebulizaciones son muy útiles para mantener el follaje del bonsái húmedo, pero no reemplazan el riego, que debe llevarse a cabo con abundante riego sobre el sustrato.
¿Estoy regando correctamente mi bonsái? El mejor sistema es «lluvia» con una regadera con orificios finos, que imita a la lluvia. Asegúrese de que todo el sustrato esté mojado, realizando dos o tres pasadas consecutivas.
¿Cuánto tiempo debo mantener el alambre? Depende de la especie de bonsái; indicativamente sirven de uno a seis meses; en cualquier caso, se debe verificar cada 15 días para verificar que no marque la corteza y se retirará cuando la rama permanezca por sí sola en la posición que le marcamos. En caso contrario volveremos a realambrar.