Basta con fijarnos en nuestros bonsáis para que ellos mismos nos digan qué deberíamos aportarles. No obstante, deben hacerse algunas consideraciones previas:
- No debemos confundir una carencia nutricional con un ataque de plagas o enfermedades; aunque los síntomas sean en ocasiones parecidos, deberemos siempre buscar la presencia de insectos, ácaros o manchas de hongos o bacterias en las hojas y tallos.
- Cuando la hoja haya perdido su color verde, apareciendo coloraciones pálidas o amarillentas (clorosis) o presente apariencia de «quemada» (necrosis), no volverá a recobrar su apariencia verde normal.
Las plantas manifiestan sus carencias quizás demasiado tarde. Por tanto y por aquello tan consabido de «más vale prevenir…», será una fertilización completa y equilibrada permanente la que nos evite la aparición de los síntomas y nos proporicones unos bonsáis sanos y bellos.
Muchas veces, cuando la fertilización es deficiente, se presentan simultáneamente carencias de distintos elementos nutritivos. Resulta problemático en estos casos reconocer los sítomas visualmente.
Antes de dar un diagnóstico sobre el estado nutricional de nuestros bonsáis, inspeccionaremos su entorno y deberemos intentar responder a una serie de preguntas:
- ¿Recibe iluminación suficiente? Una defoliación progresiva puede ser ocasionada por falta de luz. Debemos conocer cuál es la iluminación óptima para nuestros árboles y orientarlas según sus necesidades. He aquí la importancia de colocar a los bonsáis en el exterior, como árboles que son.
- ¿Recibe suficiente cantidad de agua? Un déficil hídrico puede prococar graves quemaduras en las hojas y conducir a la muerte del vegetal. Sustratos apelmazados de mala calidad que no dejar pasar el agua, tan sólo por los bordes de la maceta, acaban produciendo estos problemas aunque reguemos todos los días y pensemos que lo estamos haciendo bien.
- ¿Regamos con agua de calidad? Una cuestión fundamental que mucha veces pasamos por alto. En general las aguas urbanas suelen ser salinas y contienen un exceso de carbonatos, lo cual además de provocar los síntomas tipicos de salinidad (quemaduras en las puntas de las hojas) es causa de un aumento del pH del sustrato, induciendo a que los elementos nutritrivos, aunque presentes, se hallen bajo formas inmovilizadas que no son disponibles para la planta.
- ¿Está la planta libre de enfermedades y plagas? Como recordábamos antes, los síntomas a veces pueden confundirse con los de las deficiencias de elementos nutritivos.
- ¿La maceta o contenedor es el adecuado? Macetas en exceso pequeñas para el volumen del árbol acreditan una reserva de nutrientes insuficiente que se acrecienta con los riegos contínuos que arrastran por el drenaje dichos elementos.
- ¿Abonamos con suficiente regularidad? Y también igual de importante ¿Lo hacemos siguiendo las indicaciones del fabricante?
Si hemos constatado que las cuestiones anteriores no son el problema y el bonsái manifiesta síntomas anormales, podemos comenzar a considerar que éstos responden a un déficit nutricional.
¿Qué encontrarás aquí?
Los elementos móviles
Nitrógeno (N)
El nitrógeno tiene importancia en la formación de numerosos componentes vegetales, como son las proteínas o la clorofila, y por ello su escasez afecta de un modo notable al desarrollo de las plantas.
El nitrógeno es un elemento muy móvil dentro del árbol: a medida que éste crece, se dirige hacia las hojas más jóvenes, de este modo, si falta nitrógeno, las hojas que se están formando toman el elemento de las hojas más viejas, siendo estas últimas las que manifiestan en primer lugar los síntomas de las deficiencias.
Las hojas inferiores amarillean y cae, siendo éste uno de los síntomas más característicos.
Los tallos pueden volverse de color rojo o púrpura. En general, el crecimiento se ve muy afectado: los tallos son delgados y cortos y las yemas laterales no brotan, formándose pocas hojas nuevas más pequeñas.
Los frutos de las plantas con deficiencia de nitrógeno suelen ser más pequeños, siendo su coloración más intensa.
Un ligero déficit de nitrógeno aumenta la resistencia de las plantas al frío y a las enfermedades provocadas por los hongos.
Es importante mencionar a propósito del nitrógeno y por ser frecuente el caso, los problemas causados por una fertilización nitrogenada excesiva.
Las plantas con exceso de nitrógeno se desarrollan ampliamente, sus hojas son verde oscuro y anchas, mientras que los tejidos de soporte se vuelven débiles. Un exceso de nitrógeno favorece el desarrollo vegetativo, retrasando la floración y la fructificación.
Así plantas muy hermosas y frondosas pueden resultar totalmente improductivas. Carencias de fósforo y potasio pueden provocar un exceso de nitrógeno.
Las plantas con eceso de nitrógeno son muy sensibles a los ataques de agentes patógenos e insectos.
Fósforo (P)
Esta carencia, al igual que la del nitrógeno, se manifiesta primero en las hojas inferiores, por ser el fósforo también un elemento móvil. Presenta ciertas analogías con la deficiencia de nitrógeno. Las hojas a veces toman coloraciones rojas o violetas, amarilleando las hojas inferiores.
Las hojas se secan, aprareciendo unas manchas pardas, necróticas, en los bordes y en los peciolos, secándose totalmente y tomando coloración negra.
La carencia de fósforo también afecta de modo notable al crecimiento, provocando un desarrollo vegetativo débil, con hojas pequeñas y estrechas.
Potasio (K)
El potasio es también un elemento móvil, manifestándose su carencia en las hojas adultas de las plantas, que caen cuando la deficiencia está muy avanzada.
Las hojas adquieren un brillo metálico y se curvan y enrollan hacia abajo. Aparece una clorosis moteada en las hojas, desarrollando zonas necróticas en la punta y bordes y en las zonas entre nervios.
En general, las deficiencias de fósforo y potasio favorecen la presencia de enfermedades, disminuyendo la resistencia de las plantas a los hongos y al frío.
Magnesio (Mg)
La falta de magnesio también comporta una fuerte reducción del crecimiento; los entrenudos se hacen más cortos y se inhibe la floración.
El magnesio es un componente importante de las moléculas de clorofila, por lo que su deficiencia lleva a pérdidas de color verde entre las nerviaciones de las hojas, que pasan a tonos rojizos. Las hojas se enrollan hacia arriba. Suelen aparedcer zonas necróticas.
El exceso de potasio puede provocar una defciencia relativa de magnesio.
Zinc (Zn)
La deficiencia de Zinc reduce de un modo extremo el crecimiento de los brotes y de las hojas, que crecen muy pequeñas y juntas formando rosetas en los extremos de los brotes. Los entrenudos se hacen más cortos.
Las hojas adultas desrrollan manchas cloróticas y empiezan a caer a partir de la base de la planta.
Esta carencia se manifiesta principalmente en los árboles frutales.
Existen otros elementos, los denominados no móviles (calcio, hierro, boro y cobre), cuyas deficiencias se muestran en las hojas jóvenes y que merecen por ello que se traten en un capítulo aparte.