La kiryuzuna y la akadama son los dos sustratos por excelencia utilizados por la mayoría de aficionados en el cultivo del bonsái. Los más conocidos, ampliamente utilizados pero no siempre adecuadamente.
Veamos las características del primero de ellos.
¿Qué es la Kiryuzuna?
Sustrato japonés que se utiliza para el cultivo del bonsái.
La kiryuzuma es una grava de color marrón amarillento, más concretamente una zeolita mineral -generalmente se trata de aluminosilicatos microporosos-, es decir; con una notable capacidad para absorber agua y librarla posteriormente.
Ph ligeramente ácido entre 6.5 y 6.8 lo que la hace recomendable para plantas como camelias, azaleas, rododendros o las coloridas hortensias, .. y resto de especies acidófilas.
También contiene un alto contenido en hierro, lo que la hace ser muy utilizada y estar especialmente indicada para el cultivo de las coníferas.
Lo vemos de una forma muy gráfica en en siguiente vídeo extraído del canal Cultivo Paso a Paso:
Extraída en el área de Kiryu de la prefectura de Gumma (Japón). Es un sustrato más duro que la kanuma y retiene y drena bien el agua. Rara vez se usa solo; habitualmente se mezcla con akadama en una proporción de 2/8 o 3/7 en el caso de las coníferas.
Una mezcla muy habitual para el cultivo sería 70% de kadama y un 30% de kiryu.
Más resistente a la degradación que la akadama. Se presenta en 3 tipos diferentes de tamaño de grano: normal, grande y pequeño.
Kiryuzuna, o Kiryu para abreviar, es un material limpio y granular que proporciona un excelente drenaje con su textura arenosa. Es un medio rico en minerales que no se descompone fácilmente durante los riegos. Esta es una opción excelente para usar en pinos y otros árboles de hoja perenne que precisen de una gran capacidad de drenaje.
Este sustrato japonés es bastante más duro que la akadama, razón por la cual tarda en perder su estructura más tiempo y se degrada menos.
Esto es un punto a tener en cuenta pues el uso exclusivo de la akadama deriva con el tiempo en sustratos apelmazados y compactados que han perdido su granulometría y que requieren una frecuencia de reposición mayor que la kiryusuna, mediante trasplantes más frecuentes.