Sin duda una de las especies más reconocibles en su cultivo como bonsái, los ficus son árboles resistentes, de rápido crecimiento y muy aconsejables para aficionados noveles que se inician en el mundo del los bonsái.
Características del ficus
Emparentado con las moreras, ambos géneros, ficus y morus pertenecen a las familia de las Moraceae.
El género Ficus comprende a centenares de especies de todos los tamaños y en su mayor parte presentes en climas tropicales o subtropicales. Su desarrollo rápido y vigoroso lo hacen especialmente indicado para el cultivo como bonsái.
De hoja perenne, salvo excepciones, y alterna, encierra sus flores dentro del conocido higo. Otra peculiar característica del género es la emisión de un viscoso látex color blanco cuando se corta o rompe alguna de sus ramas.
También son conocidos por la emisión de raíces aéreas (banyan), que una vez llegan al suelo engrosan hasta formar nuevos y robustos troncos que sirven de pilares para apuntalar el crecimiento horizontal de sus grandes ramas. Una de las especies más conocidas y usadas para éste estilo de bonsái es el ficus retusa por su facilidad para emitir dichas raíces.
¿Qué encontrarás aquí?
Especies
Ya hemos referido el gran número de especies que se agrutinan dentro del género ficus, pero nos centraremos en citar las más conocidas o bien las más usadas en el arte del bonsái.
Ficus pumila: trepadora originaria de Asia.
Ficus microcarpa retusa (ficus retusa); también originaria de Asia. Apropiada para formar banyan. La más usada en bonsái por el tamaño pequeño de sus hojas. También se la denomina con algunos nombres comerciales o de subvarieddes como F. Panda, F. India, F.Compacta o ficus Tiger Bark.
Ficus microcarpa microcarpa (ficus microcarpa)
Ficus nerifolia
Bonsái ficus benjamina: también utilizado mundialmente como planta de interior.
Ficus carica. La especie más conocida de la cuenca mediterránea. Mediante el defoliado y un cultivo adecuado se consigue reducir el tamaño de hoja considerablemente.
Bonsai ficus ginseng. No existe. Se trata del nombre comercial dado a un ficus retusa injertado por lo general en un ficus compacta al que se le han estrangulado las raíces para engrosarlas y asemejarlas a las auténticas raíces de ginseng, conocida planta medicial, con los que no tiene nada que ver.
Son los típicos bonsais ficus que podemos encontrar en centros comerciales como Ikea, que practicamente contradicen todas las directrices elementales de formación de un bonsái pero que a pesar de ello pueden corregirse si se trabajan adecuadamente. ¿Cómo?
En el siguiente vídeo David Cortizas, un gran conocedor de los bonsáis de ficus, nos explica cómo trabajar y corregir los defectos del ficus ginseng mediante acodo:
Riego
Aplicaremos la máxima en bonsái de regar sólo cuando el sustrato lo necesite, lo cual variará dependiendo de la estación y de las condiciones climáticas de cada momento.
Al regar lo haremos de forma profusa hasta que se compruebe que el agua desagua abundantemente por los agujeros de drenaje. Agradece las pulverizaciones de su masa verde.
El riego por inmersión sólo es aconsejable en casos de golpes de calor y descuido en los tiempos de riego que han resecado en exceso el sustrato y el árbol necesita una rehidratación completa. En estos casos mantendremos el árbol durante unos minutos bajo el agua y luego lo dejaremos que drene bien el agua sobrante sin colocarle una bandeja debajo.
Abonado
Como a todos los bonsáis, el cultivo en maceta limita la capacidad de las raíces para buscar su propio alimento, que tendremos que aportarlo nosotros con una fertilización periódica de nutrientes, aparte de la sustitución completa del sustrato cuando toque el correspondiente trasplante.
El crecimiento vigoroso de esta especie requiere un abonado igualmente efectivo y constante durante todo el año.
Sólo en invierno reduciremos o cancelaremos temporalmente el abonado por el escaso crecimiento del árbol durante ésta época.
En verano, cuando el árbol experimenta un mayor crecimiento podemos emplear tambien un abono orgánico líquido, cuya efecto es más rápido al absorverse por la planta con mayor rapidez que los abonos sólidos.
Seguiremos las indicaciones del proveedor para la aplicación de tales abonos líquidos, generalmente suministrados junto con el agua de riego.
Trasplante
En el siguiente vídeo vemos un ejemplo práctico de cómo trasplantar nuestro ficus, en éste caso un ficus
retusa adquirido en un centro comercial; el típico que todos hemos visto o comprado.
La mejor época para eliminar ramas y no tener problemas con las heridas que se producirán será durante la estación vegetativa.
Dejando crecer algún brote nuevo cerca del corte producido haremos que el labio de cicatrización del mismo engrose más rápidamente y pronto se cierre esa herida.
Ajusteremos bien el corte con la podadora cóncava para que sea lo más limpio posible y el callo de cicatrización no acabe produciendo un abultamiento en el tronco como pasaria de utilizar una tireja de poda convencional.
No precisamos aplicar pasta selladora en las heridad producidas por la poda pues el propio látex que emite la planta sirve de protección y sellante del corte producido. Si el corte ha sido muy grande tampoco estará demás protegerlo con pasta selladora como habitualmente hacemos.
Defoliado
Técnica más avanzada que pretende conseguir un tamaño de hoja más pequeño y denso. Básicamente consiste en eliminar todas las hojas de la planta para que ésta se vea forzada a emitir una nueva brotación, más pequeña y compacta que la anterior.
El defoliado puede ser total o sólo parcial en determinadas partes del bonsái para trabajar una zona concreta del mismo.
También la ramificación interior se beneficia del defoliado pues le llega más luz y calor a los brotes latentes interiores.
El momento más propicio para defoliar un ficus es en verano, cuando la hoja nueva de la brotación primaveral ya ha madurado con su característico color verde intenso.
Si cortamos con tijeras o pinzas defoliadoras evitaremos hacer heridas y desgarros en la corteza de las ramas con la consiguiente pérdida de látex de la planta.
Tras el defoliado, colocaremos el bonsái expuesto al sol para favorecer la emisión de brotes nuevos. El riego lo cuidaremos controlando la humedad del sustrato.
Así conseguiremos una nueva brotación más pequeña y compactada que la que hemos eliminado.
Recordar una vez más que ésta técnica de defoliado sólo se debe utilizar en ejemplares sanos y vigorosos que puedan recuperarse de la intervención sin mayores problemas.
Nunca debemos aplicarla en árboles enfermos o débiles o para solucionar alguna carencia de cultivo. El efecto será contraproducente.