Formacion
A la hora de diseñar nuestro árbol bonsai sería aconsejable dejarnos guiar por algún profesional o maestro bonsaistas que nos explique algunos principios básicos pero necesarios para iniciar el modelado de nuestro árbol con los menos errores posibles, siguiendo un modelo de formación elemental basado en la observación.
Los conocimientos que iremos adquiriendo nos servirán para admirar aún más a cada árbol que contemplemos, pues éste es para muchos cultivadores de bonsáis el secreto de éste arte; la forma de mirar un árbol.
Para conferirles a los bonsáis el aspecto de árboles completamente formados y tan semejantes a sus parientes silvestres hemos de aplicarles algunas técnicas muy concretas que permitan mantener su aspecto de árbol avejentado y majestuoso. Pasamos a citar algunas de las más básicas.
Distinguiremos a priori dos tipos de poda, la de mantenimiento y la poda de formación.
La poda de formación la realizamos sobre ramas de varios años de edad, con el fin de definir o cambiar algún aspecto del diseño. Hemos de cortar a ras del tronco (salvo que queramos dejar algún tipo de jin a posteriori) y con la herramienta adecuada, una podadora cóncava.
Por el contrario, la poda de mantenimiento se aplica en árboles adultos y con ella eliminamos ramas mal posicionadas, brotes mal direccionados o que nacen de un mismo punto.
Éste es uno de los aspectos más cruciales del inicio del viaje de cualquier aficionado en bonsái: el alambrado estructural inicial para formar su árbol.
Técnica imprescindible para dar forma y personalidad a nuestros árboles. Utilizando alambres de distintos calibres, en función del diámetro de la rama que pretendamos alambrar, hacemos que las ramas se sitúen en la posición que elijamos para ellas según un plan de diseño previo.
Unos meses después de alambrar podremos quitar éstos alambres y las ramas quedan en la misma posición.
Este método consiste fundamentalmente en enrollar alambre al tronco del arbolito y a las ramas, dándoles la forma anhelada.
Es el método más eficaz y avanzado para disponer las ramas en la posición deseada para el que sólo se precisan unos conocimientos y una práctica apropiados.
El alambre más adecuado es el de cobre o aluminio. Se empleará 6 ó 7 gruesos distintos, de 0,5 a 5 mm. Este último es imprescindible para los troncos cuya circunferencia mide más de 6 centímetros, mientra que l de 0,5 mm, será par las ramas más delgadas, como las del olmo o el cedro japonés.
Sin embargo los alambres más usados son los de 1,5 a 2,5 mm.
Hay que procurar usar alambre junto con rafia para no marcar la corteza en casos de troncos de textura muy fina así como en torsiones severas del tronco para evitar quebrar la madera de los mismos.
Para colocar el alambre a las ramas, éstas deben tener, idealmente, de 2 a 5 años, ya que tienen una mejor circulación de la savia y es más fácil trabajar en ellas.
El alambrado se llevará a cabo en invierno o comienzos de la primavera. Es indispensable regar muy poco unos días antes del alambrado a fin de darle al tronco y las ramas la máxima flexibilidad.
Antes de colocar el alambre se podarán todas las ramas innecesarias, lo que facilitará mucho la tarea. Entre las ramas a podar se cuentan las ramas secas, rotas, paralelas, etc.
Con el pinzado de brotes nuevos pretendemos no sólo mantener el diseño de árboles ya formados, sino que aumentamos la ramificación interna y eliminar brotes mal posicionados. En general cortaremos a 2 ó 3 pares de hojas después de dejar crecer la rama suficientemente.
En el caso de los pinos y otros tipos de coníferas, como los juníperos, cedros o cipreses, es especialmente importante el pinzado de brotes de primavera, pues de él depende la ramificación posterior.
Puedes seguir leyendo más acerca del pinzado de los pinos y de los bonsais de pino en general en nuestra guía sobre los bonsáis de pino.
El plegado de ramas gruesas se practica hoy en día con asiduidad. Tales contorsiones espectaculares permitieron el modelado de piezas de yamadori de alta calidad, que de otra forma habrían sido descartadas por poseer el follaje demasiado lejos del tronco.
Si bien la técnica en sí ha ayudado enormemente a mejorar el nivel del bonsái en Occidente, también se abrieron oportunidades a su mala interpretación: si tienes un árbol con ramas largas puedes «enrafiarlas» y plegarlas sobre ellas mismas para acercar el follaje al tronco.
Pero ¿Que problemas se esconden bajo este acercamiento al modelado?
En primer lugar, la rama obtenida carece de conicidad en la gran mayoría de los casos.
La rama modelada tendrá unos o varios giros simétricos (como una letra C o una letra S), a menos que el bonsaista tenga la sensibilidad suficiente para adecuar estos giros y hacerlos mas irregulares o más acordes al carácter del tronco.
Al plegar una rama sobre sí misma, muchas veces se «sombrea» el tramo inicial de la rama con el uso de raffia o materiales similares empleados para evitar roturas.
Esto causa a que la planta no produzca yemas adventicias en la sección plegada, fenómeno que sí se logra con el crecimiento fuerte, la exposición solar y la poda fuerte.
El resultado de aplicar éstas técnicas varios años seguidos conlleva a una compactación «en apariencia» de la planta, mas no una compactación real. Es frecuente ver bonsái formados de esta manera que una vez desalambrados pierden todo diseño cuando las ramas largas y débiles cuelgan con porte llorón por el peso del follaje sólo en las puntas.
A la hora de diseñar y formar un bonsai realizaremos una serie de trabajos muy específicos en los que se necesitan emplear herramientas también específicas para ese trabajo en concreto.
El pinzado de brotes pudiera parecer que se puede hacer con cualquier tipo de tijera que tengamos en casa, pero si tenemos muchos bonsáis, o sólo unos pocos pero de cierta envergadura comprobaremos que pinzarlos con unas tijeras no adecuadas resultará enormemente fatigoso y pesado.
A la hora de podar una rama si no queremos que dicho corte se note por el consabido engrosamiento que la corteza deja sobre el pequeño tocón que inevitablemente queda, hemos de emplear una podadora cóncava, que “muerde” hacia adentro la madera dejando una ligera oquedad que los labios de cicatrización de la corteza cerrarán casi imperceptiblemente.
Los alicates de jin, como su propio nombre indica, no debe faltar para aquellos aficionados a jugar con el efecto de la madera muerta.
Y así podríamos seguir citando otras tantas herramientas útiles y necesarias en momentos y trabajos concretos de la vida de nuestro árbol; alicates corta alambres, podadora recta, rastrillo para raíces, tenazas para grandes raíces, cuchillo de injertos, tensores, etc.
Ya sean herramientas de calidad o económicas, para aficionados o para profesionales, cada una de ellas tiene un uso específico.
En la naturaleza podemos observar cómo ejemplares de una misma especie de árboles o arbustos adoptan fomas distintas, según el lugar donde se encuentren.
Por ello, mientras una higuera ha crecido en un patio o en un campo con su sistema radicular bien extendido, su enorme tronco y su amplia copa, es muy distinta a la que un poco más allá -en lo alto del campanario- ha crecido entre las piedras del muro fijándose como puede a él y dejándose caer con las raíces expuestas o casi expuetas al sol y a las inclemencias del tiempo.
Y aún más distinta es la que, a las afueras del pueblo, crece tortuosa entre peñas por la acción de las piedras que al ir desprendiéndose esporádicamente han ido produciéndoles pequeñas mutilaciones que la han convertido casi en una higuera «rastrera».
He aquí tres ejemplares de un mismo árbol que en su forma no se parecen en nada entre sí.
Es así como la Naturaleza nos ofrece un gran número de formas que el hombre, al cultivar el bonsái, intenta reproducir.
Teniendo en cuenta que el bonsái es la representación de un trozo de Naturaleza, se adoptan las formas con el nombre de «estilos», ya se encuentren en la Naturaleza o bien se formen artificiosamente por medio de alambres, tensores, poda, etc.
Conforme nuestro bonsai vaya creciendo y evolucionando con el transcurrir de los años tendremos que adecuar su imagen con una maceta acorde con su prestancia y su belleza.
Hay una maceta adecuada para cada tipo de estilo de bonsái.
Estas se eligen en función del tamaño del árbol y en un color que combine adecuadamente con el aspecto del mismo, así como su estilo de diseño.
Existen toda una serie de directrices para escoger la maceta idónea para cada árbol. Por citar algunos ejemplos mencionaremos las macetas planas, poco profundas y de forma oval para plantaciones de bosques.
En los estilos rectos se aplican macetas rectangulares u ovaladas con algo más de fondo.
Los bonsáis con forma de cascada se plantan en macetas mucho más altas para que las ramas caigan con naturalidad.
La cerámica concerniente al mundo del bonsái es un arte en sí dentro de otro arte. La maestría con que los artesanos fabricaban y decoraban las macetas dedicadas al cultivo de éstos árboles han hecho de algunas piezas auténticas obras de arte dignas del mejor museo. Han existido y existen grandes artesanos autores de cotizadísimas piezas dentro de la mejor tradición ceramista oriental.
A cualquier aficionado al bonsai le debe sonar el nombre de “ Tokoname ”, una denominación de origen para una región japonesa, al sur del país nipón famosa por sus cerámicas y por sus artesanos del barro, especialmente dedicados a fabricar macetas para bonsáis de autor.
Existen otras técnicas más avanzadas para la formación y diseño de estilos más complejos y trabajados, pero las veremos más adelante en la sección correspondiente a tales trabajos en un nivel más avanzado de nuestro aprendizaje.