El césped es un elemento muy frecuente y destacado en muchos de nuestros jardines. De hecho en no pocas ocasiones se trata quizá de uno de los elementos más destacados del espacio ajardinado.
El césped crea ambientes.
Puede recubrir totalmente el jardín, excepto las zonas de plantado, o pude simplemente delimitar los diferentes espacios que forman nuestro jardín: zonas de paso, parterres, zonas con mobiliario, zonas de juego, zonas para mascotas, etc.
El cesped proporciona una superficie suave ideal para caminar, o para que nuestros hijos jueguen.
Césped natural
El césped natural, en contra de lo que pudiera pensarse, no requiere de grandes cuidados para su mantenimiento.
A grandes rasgos estos cuidados se pueden limitar al riego y al recorte periódico. Existen numerosas variedades de cesped a nuestra disposición, cada una con sus peculiares características. Algunas incluso un tanto aromáticos.
Otras son de crecimiento muy lento, y por tanto no necesitan ser recortados con frecuencia. Hoy en día los problemas de escasez de agua, o simplemente la necesidad de ahorro, hace que las variedades resistentes a la falta de agua sean cada vez más apreciadas.
La familia de las gramíneas está formada por miles de especies algunas de las cuales serán perfectas para nuestras necesidades.
Entre ellas destaca la Cynodon Dactylon, una gramínea dura y tan resistente a la sequía que nos permitirá rebajar el consumo de agua a la mitad respecto a otros céspedes. También resiste aceptablemente ser pisoteada, algo ideal si hay niños en la casa. Eso si, el inconveniente es que en invierno adquiere un aspecto un tanto seco para volver a brotar en primavera.
Otra opción interesante puede ser el Pennisetum Clandestinum, igualmente de gran resistencia a la sequía y capaz de cubrir rápidamente el terreno. Y un largo etc.
Para el plantado de cesped natural tenemos diversas opciones.
El método más cómodo y rápido es plantarlo en tepes (planchas de césped). Es decir, colocar sobre el terreno largas tiras de césped enrrollado como si fuera una alfombra.
Se trata de un césped natural precultivado en rollos, o tepes, que permite recubrir un terreno en muy poco tiempo con una tupida alfombra de cesped sin malas hierbas ni zonas peladas, calvas.
El método tradicional para conseguir un área recubierta de césped es sembrarlo. Es más laborioso que la plantación a base de tepes, y requeire de algo más de paciencia.
En primer lugar conviene seleccionar la adecuada mezcal de semillas, según nuestras necesidades. Seguidamente separaremos pequeños montones de unos 40 gramos de semillas por cada metro cuadrado de terreno y las distribuiremos lo más uniformemente posible.
Para este fin ayudarnos de una cuadrícula hecha a base cordeles puede ser una buena idea. Una vez sembradas, se debe rastrillar ligeramente la superficie para ayudar a tapar las semillas. Una vez sembrado debe mantenerse la humedad regando una, dos, o más veces al día, según lo precise el terreno.
Césped artificial
El césped artificial puede ser otra opción perfectamente viable. Dependiendo de la situación puede que el uso de un cesped natural no sea deseado, o no sea posible. Por ejemplo en azoteas, en lugares con falta de agua, etc.
Hoy en día el cesped artificial tiene un aspecto muy similar al natural, tanto visualmente como al tacto, sin necesitar mantenimiento en absoluto, por lo que se ha convertido en una solución cada vez más apreciada.
El césped artificial se presenta en rollos de muy fácil colocación sobre una gran variedad de superficies. La superficie de instalación debe ser capaz de drenar adecuadamente, si colocamos este césped artificial sobre hormigón, o incluso terrazo, deben contar con la sufciente pendiente como para que el agua circule hasta los desagües.
Los rollos de césped se encuentran unidos por debajo mediante cola sobre una malla geotextil. Una vez colocado se esparce arena de sílice por encima, unos dos kilos de arena por metro cuadrado, y se cepilla bien a contrapelo.
La función de esta arena de sílice es mantener erguido el pelo del cesped al tiempo que proporciona frescor si regamos la superficie.